La luz juega un papel fundamental en el cuerpo humano.
Los seres humanos necesitamos un mínimo de luz de una intensidad de 800 a 1000 lux con el fin de que la glándula pineal inhiba la secreción de melanina (la hormona del sueño) y secrete serotonina y dopamina (las hormonas de la actividad).
Pues bien, en los ambientes cerrados lo habitual es estar expuesto a intensidades de luz entre 100-200 hasta 300-500 lux. Y esas cantidades son inferiores si se comparan con los 10000 lux que nos aporta la luz natural aunque el día esté nublado y hasta los 150000 en un medio día soleado de verano. Por tanto, son intensidades insuficientes que no permiten superar la somnolencia, estar animados y mentalmente despiertos. Tener que trabajar, estudiar o vivir con la iluminación inapropiada requiere un gran esfuerzo por parte de los ojos y del cerebro, nos obliga a tener que desplegar una mayor concentración, atención y causa un innecesario e insalubre estrés adicional. Además, en entornos cerrados la iluminación es biológicamente insuficiente y nuestro cerebro sigue pasivo lo que provoca que se induzca una sensación de pesimismo, cansancio y sueño que incluso puede llegar a modificar los ritmos circadianos normales.
Carlos Trejo Arquitecto interiorista explica: “La luz artificial suele carecer de los colores del sol pues la lámparas incandescentes emiten una luz cálida, con dominante naranja-rojo y ausencia total de los tonos de alta frecuencia -verde,azul y violeta- mientras que las lámparas fluorescentes corrientes dan una luz fría y dominante -verde azulada y son deficientes en violeta y rojo. Además lo normal es que este tipo de lámparas produzcan un casi impredecible parpadeo llamado reactancias a 50 Hz. que generan contaminación electromagnética. La cual por si misma induce ondas cerebrales de estrés además de fatiga crónica y cansancio visual.
La luz y el bienestar
Con el paso de los años se tiene una mayor conciencia sobre la importancia de la trabajar y vivir con la luz adecuada, la luz natural que durante el día produce el sol tiene un amplio espectro de radiación, bajo esta premisa se deberían fabricar todas las lámparas de luz artificial que hoy en día utilizamos.
La luz es un alimento, así como las verduras aportan nutrientes y minerales a nuestro cuerpo también lo hace la luz. Recibir luz inadecuada puede hacernos enfermar así como una mala alimentación y por el contrario una iluminación adecuada puede mantenernos saludables.
Iluminación de espectro completo, la luz saludable.
Avances tecnológicos han permitido replicar en lámparas comunes las ondas de luz en un 97% similares a las generadas por el sol, pero, sin las consecuencias nocivas que generan los rayos UV. Estas lámparas de espectro completo logran estimular a través de la retina los neurotransmisores cerebrales y aportar al organismo la intensidad lumínica necesaria y adecuada para que los sistemas endocrino, nervioso e inmune funcionen correctamente. Son capaces de transmitir los colores de la misma manera que se presentan en la naturaleza y de generar un efecto biológico estimulante y saludable con una iluminación homogénea y equilibrada.
Este tipo de iluminación al ser de espectro completo continuo y uniforme no presentan el parpadeo habitual de otras fuentes de luz artificial (reactancias a 50 Hz.) característica que las hace ideales para mejorar la concentración en las actividades que ameritan altos niveles de atención y estado de alerta.
A falta de luz natural, las lámparas de espectro completo son una buena alternativa para iluminar los entornos donde nos desarrollamos todos los días, sin alejarnos de la oportunidad de recibir en algún momento baños de luz natural. Mejora tu vida, mejora la calidad de luz que reciben tú y tu familia todos los días
KenkoLight de Nikken Provee iluminación natural, equilibrada y de espectro completo. |